Eva, una romántica empedernida, adoraba todo lo que tuviera que ver con la Navidad. Ese año probablemente habría pasado las fiestas sola, así que cuando le ofrecieron cuidar un ático espectacular en la Quinta Avenida, no dejó escapar la oportunidad. ¿Qué mejor lugar para celebrar la Navidad que Manhattan cubierta de nieve? Lo que no se esperaba era encontrar que el ático seguía ocupado por su guapísimo y misterioso propietario.
Lucas Blade, el popular autor de novela negra, estaba viviendo una pesadilla. Con una fecha de entrega y el aniversario de la muerte de su mujer aproximándose, se había aislado en su ático. No quería interrupciones, ni adornos, y mucho menos quería que esa preciosa y dicharachera asistenta lo distrajera. Pero cuando la tormenta de nieve del siglo dejó a Eva atrapada en su piso, Lucas empezó a abrirse a la magia que ella traía consigo .
El ático de la Quinta Avenida es la primera novela que ha llegado a mis manos de Sarah Morgan y ha supuesto una grata forma de conocerla. Además, el hecho de que esta autora sienta una aparente predilección por las fechas navideñas (son varias sus obras ambientadas en esta época), la sitúan ya en la lista de pendientes de una "friki navideña" como yo.
Eva es una romántica. También es una loca de la navidad. Y una gran amiga de sus amigos. Es alegre, divertida, soñadora y una espléndida cocinera, habilidad esta que le transmitió su abuela, quien la crió como si fuera su madre. "Es mejor ser el sol que la lluvia" o "No quiero ser la nube oscura que tape el sol de nadie" son frases que Eva heredó de ella y que se han convertido en un mantra para ella. Pero esa alegría que muestra puede ser un arma de doble filo. Y es que, en su afán por no entristecer a nadie, Eva se guarda todas sus penas para sí misma. Ella sola ha afrontado el dolor por la muerte de la persona a la que más ha querido en el mundo. Ella sola padece la soledad que la atenaza desde hace más de un año. Por eso, cuando una buena amiga la contrata para que decore el ático de su nieto no duda ni un instante. Las luces, el espumillón y los adornos la distraerán durante el que es para ella el momento más duro del año.
Lucas ya no es el hombre que era. Desde que perdió a su esposa años atrás, se ha convertido en un ser taciturno, amargado y encerrado en su trabajo. Crear novelas que aterren a sus lectores se ha convertido en su válvula de escape. Una válvula de escape que le ha granjeado un gran reconocimiento. Y mucho dinero. Pero parece que este año no podrá cumplir con su editor ni con sus lectores. Con el aniversario de la muerte de su esposa a la vuelta de la esquina, la inspiración parece haberlo abandonado por completo. Las horas pasan ante una pantalla en blanco y Lucas parece incapaz de hacer otra cosa más que beber y observar el penoso encabezado de su documento de texto: Capítulo uno. Desesperado, observa el cuchillo que ha dejado sobre la mesa. Hasta que alguien se cuela en su apartamento. ¡Por fin, un poco de emoción! Pero cuando derriba al pequeño elfo navideño que observa Nueva York desde su ventana, se percata de que la emoción que le provoca no es la que esperaba. Esa pequeña mujer está empeñada en decorar su casa. Incluso pretende instalar un enorme árbol de navidad. Y nada de lo que él le diga va a hacerla cambiar de opinión. Para rematar la faena, una intensa tormenta de nieve cae sobre la ciudad y él no puede permitir que esa mujer salga a la calle en esas condiciones. Puede ser una persona fría y desagradable pero nunca pondrá a alguien en la misma situación que mató a su esposa.
Lo cierto es que El ático de la Quinta Avenida ha supuesto una agradable lectura. El estilo de Sarah Morgan es ágil, sencillo y muy divertido. Sus diálogos chispeantes compensan que, en ocasiones, la historia esté un poco "trillada". Y es que el secreto de Lucas es, en mi opinión, poco creíble. Tal vez, ante una historia sencilla que fluía sin grandes aspavientos, la autora quiso darle un giro dramático, un suceso "impactante" que justificase la forma de ser de Lucas y su rechazo al amor y el romanticismo. No obstante, creo que la historia "sencilla" en sí misma ya justificaba su personalidad y ese giro innecesario no hace más que restarle credibilidad. Sin embargo, salvo por este detalle, la novela es, en mi opinión, una imprescindible de la navidad. Los personajes están bien creados, con una profundidad que hace que el lector los sienta como viejos conocidos. Incluso los secundarios se convierten en personas de "carne y hueso". Las amigas de Eva, el portero del edificio de Lucas que, en mi mente, se ha convertido en Guzmin, el portero del primer episodio de Modern Love; la encantadora y entrometida abuela de Lucas... Sin giros telenovelescos o personajes antagónicos terribles, los sucesos fluyen con naturalidad y la historia engancha desde la primera página.
Sin duda, una novela de NOTABLE.
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