“Lady
Philippa Marbury es... excéntrica
A la brillante y miope cuarta hija
del marqués de Needham y Dolby le interesan más los libros que los bailes, la
ciencia que la temporada y los laboratorios que el amor. Está deseando casarse
con su sencillo prometido y pasar tranquilamente el resto de la vida con sus
perros y sus experimentos científicos. Pero antes de eso, Pippa tiene dos
semanas para experimentar todo lo demás... catorce días para investigar las
partes excitantes de la vida. No es mucho tiempo, y para hacerlo bien necesita
un guía familiarizado con los rincones más oscuros de Londres.
Ella
necesita... un Sinvergüenza.
Necesita a Cross. Como cualquier
buen científico, Pippa ha investigado y la reputación del socio inteligente y
controlado de la casa de juego más exclusiva de Londres, le hace perfecto para
su plan. Pero las reputaciones a menudo ocultan los secretos más oscuros y
cuando la poco convencional Pippa le hace atrevidas proposiciones buscando
ciencia sin emoción, éstas resultan muy tentadoras... pero el sinvergüenza es
más de lo que parece y le tomará cada gramo de su fuerza de voluntad resistirse
a darle a la dama más de lo que ella jamás imaginó.”
One Good Earl Deserves a Lover supone la segunda entrega de la serie Scoundrels de Sarah MacLean. En ella nos
encontramos a dos personajes a los que habíamos conocido ya en la entrega
anterior. Dos personajes que, además, resultaban, al menos en mi caso,
tremendamente atrayentes. Pippa, con su afán de investigación y su rechazo por
todo aquello que no se puede probar, y Cross, el misterioso caballero que se
ocupa de las cuentas de The Fallen Angel.
Pippa ha aceptado casarse con un
hombre al que toda la sociedad, entre la que ella misma se incluye, considera
poco inteligente. Y lo ha aceptado porque, pese a su estrechez de miras, su
prometido es un tipo amable, encantador, que la mira con adoración y al que,
por supuesto, le encantan los perros. Esa ha sido, sin duda, la característica
que terminó de inclinar la balanza a su favor. Porque, al fin y al cabo, un
hombre al que le gustan los perros no puede ser un mal esposo, ¿no?
Sin embargo, a falta de catorce
días para que se produzca el esperado enlace, Pippa se encuentra en un dilema. Tras
haber leído concienzudamente sus votos matrimoniales, ha caído en la cuenta de
que no los comprende. Y cuando una persona no entiende algo, no puede
comprometerse a ello. Al menos, una persona como ella que jamás miente ni falta
a su palabra. Así pues, sólo hay una solución para su problema. En el poco
tiempo que le queda, debe comprender qué implica ser una buena esposa, cuáles
son sus deberes maritales y qué es lo que espera su marido en la noche de
bodas.
Como buena científica, Pippa ha
analizado la situación, ha trazado un plan de acción y ha elegido un
investigador adjunto: Cross, uno de los dueños del The Fallen Angel. Que él no
desee ayudarla en su empresa es, sin duda, completamente imposible. Al fin y al
cabo, su reputación es la del peor de los libertinos. Sus proezas amorosas han
sido comentadas a lo largo de Inglaterra y la mayoría de las damas de Londres
desean ser las destinatarias de sus atenciones. ¿Cómo podría negarse él a
instruirla?
Cross no es quien aparenta ser. Con
un pasado que desea olvidar, ha roto todos sus lazos familiares y rechazado el
estatus que, por herencia, le corresponde. En su lugar, se ha convertido en el misterioso
gerente del club de caballeros más exclusivo de Londres. En la oscuridad de su
oficina, deja transcurrir los días mientras los remordimientos lo acechan. Allí
vive. Allí duerme. Allí se encuentra con una mujer sentada en su escritorio que
osa afirmar que ha calculado mal la columna F de su Libro Mayor. Una mujer que,
habiendo demostrado ya con semejante afirmación que estaba loca, no duda en confirmarlo
al pedirle que la instruya en los secretos de alcoba. Evidentemente él jamás
accederá a semejante afirmación. Ella es una dama. Ella es la hija del marqués
de Needham y Dolby. Ella es la cuñada de uno de sus socios en el club. Si la
toca, Bourne lo matará. Lentamente. Y tratará de que sea doloroso.
Sin embargo, Pippa no es una mujer
que se rinda fácilmente y el rechazo de Cross no acabará con sus aspiraciones. En
catorce días ella hará unos votos que debe comprender a la perfección y, para
ello, hará todo lo que sea necesario, ya sea acosar a un gerente, negociar con
una prostituta o perseguir a un conde.
Durante la intensa investigación
de Pippa, ambos se darán cuenta de que, a veces, las cosas más sorprendentes
suceden. De que, en ocasiones, las personas aparentemente más opuestas tienen
cientos de cosas en común. Y de que no es fácil elegir el nombre del primer
perro del matrimonio.
Como suele ser habitual en las
novelas de Sarah MacLean, en One Good
Earl Deserves a Lover nos encontramos con unos protagonistas divertidos,
psicológicamente bien estructurados y definidos, consecuentes con sus actos. Rodeados
por unos secundarios tan bien delineados que dejan claro que pronto serán
protagonistas, ambos viven una historia diferente, repleta de situaciones
cómicas, intensas, sensuales y románticas.
Lo cierto es que, desde la primera
novela que leí de esta autora, la convertí en una de mis favoritas. Sarah MacLean
tiene un modo de narrar ameno, ligero, divertido. Sin embargo, contrariamente a
lo que suele suceder, la comicidad de sus historias no le resta intensidad la
historia amorosa. El absurdo no aplasta a lo romántico. Sus personajes hacen “sentir”
al lector, se ganan su simpatía. Página a página nos van sumergiendo en la historia
hasta hacernos perder la realidad de vista. Por unas horas, es el mundo MacLean
el que nos rodea, son las calles londinenses por las que paseamos y el The
Fallen Angel el que nos acoge en sus misteriosas profundidades.
Historias como esta me recuerdan
el porqué del éxito de Nueve reglas que
romper… y por qué me mosquea tanto que no traduzcan sus últimas novelas.
Para mí, sin duda, una novela de
10.
No hay comentarios:
Publicar un comentario