TÍTULO: Imagen en el espejo
TÍTULO ORIGINAL: Mirror image
AUTOR: Sandra Brown
GÉNERO: Romántica Contemporánea
EDITORIAL: Zeta Bolsillo
AÑO DE PUBLICACIÓN: 2009
ISBN: 978-84-9872-192-8
“Sólo dos
personas sobrevivieron al accidente aéreo. Una de ellas, Avery Daniels,
irreconocible y con quemaduras por todo el cuerpo, fue identificada por error
como Carole Rutledge, la mujer de un millonario tejano que iba con su hija a
Dallas cuando sobrevino el accidente.
Avery, fracasada en su profesión y sin familia, no tiene nada que perder y sí mucho que ganar con ese malentendido y, en lugar de deshacerlo, acepta someterse a una operación de cirugía reconstructiva que le devuelve toda la belleza perdida de Carole Rutledge.
Ahora, con su nueva identidad, que incluye un marido que la detesta y que está a punto de presentar su candidatura al Senado, se verá súbitamente en el centro de un torbellino de violentas pasiones eróticas y de mortíferas ambiciones políticas.”
Avery, fracasada en su profesión y sin familia, no tiene nada que perder y sí mucho que ganar con ese malentendido y, en lugar de deshacerlo, acepta someterse a una operación de cirugía reconstructiva que le devuelve toda la belleza perdida de Carole Rutledge.
Ahora, con su nueva identidad, que incluye un marido que la detesta y que está a punto de presentar su candidatura al Senado, se verá súbitamente en el centro de un torbellino de violentas pasiones eróticas y de mortíferas ambiciones políticas.”
Lo cierto es que esta novela llegó a mis manos
por casualidad. Estando de viaje en otra ciudad, en uno de mis recorridos
obligados por todas las librerías que se cruzaran en mi camino, me encontré con
unos cuantos títulos de oferta, entre los que se encontraba Imagen en el espejo. Aunque recordaba
vagamente haber oído hablar de ella, lo cierto es que no me acordaba de si las
críticas que había leído habían sido buenas o malas. Sin embargo, dado que
Sandra Brown es una autora que no me suele defraudar y que la sinopsis parecía
interesante, decidí llevármela.
¿Por qué cuento esto?
Pues para que quede claro que no tenía absolutamente
ninguna expectativa en torno a esta historia. Podía estar bien. Podía estar
mal. No tenía ninguna idea preconcebida y, probablemente, eso actuó a favor de
la novela.
Avery Daniels es una mujer con una vida
mediocre que, tras una tremenda metedura de pata, se condenó a ser una
periodista de segunda categoría. O de tercera.
Tate Rutledge, sin embargo, es un triunfador. Atractivo,
rico, poderoso, influyente y aspirante a formar parte del Senado.
Estos dos personajes podrían ser los
protagonistas de casi cualquier novela romántica contemporánea publicada entre
principios de los noventa hasta esta mañana. El triunfador y la fracasada. La niña
rica y el donnadie.
Sin embargo, en Imagen en el espejo nos encontramos con una historia «diferente».
¿Por qué?
Por reunir una serie de elementos que no suelen
ser habituales.
1.
Un accidente
de avión en el primer capítulo.
2.
Una protagonista
completamente desfigurada.
3.
Un triunfador
fracasado.
4.
Una fracasada decidida
a triunfar.
5.
Un montón de
secundarios interesantes.
6.
Una
suplantación de personalidad.
El
accidente de avión con el que comienza la novela marca para siempre la vida de
los dos protagonistas, así como la de todo su entorno.
Declarada
muerta, Avery Daniels es confundida con Carole Rutledge, la superficial,
egoísta y egocéntrica esposa del aspirante a senador Tate Rutledge. Es por eso
que, cuando se despierta en el hospital completamente desfigurada y hundida, es
él quien está a su lado. Durante las interminables semanas que tarda en
recuperarse, no es otro que Tate quien permanece junto a ella, apoyándola,
ayudándola a salir adelante. Él es el único elemento sólido que la mantiene
unida al mundo de los vivos. A él se aferra para poder recuperarse. Por eso,
cuando alguien susurra junto a su oído sus planes de asesinarlo, Avery decide
que no puede abandonarlo a su suerte. No porque semejante investigación pueda
suponer el relanzamiento de su carrera. No por la fama que le puede acarrear. Simplemente,
no puede dejar morir a un hombre que, en realidad, le salvó la vida. Aunque el
salvarlo suponga renunciar para siempre a su verdadera identidad.
Habiendo
perdido la capacidad de hablar y gran parte de su visión, poco puede hacer
Avery para evitar que la metan en un quirófano de nuevo y la conviertan en otra
persona. Tras horas de operaciones, reconstrucciones y rehabilitaciones, no es
Avery quien abandona el hospital, sino una Carole Rutledge más bella y joven
que nunca.
Tate
hace tiempo que dejó de amar a su esposa. Sus traiciones, sus decisiones y su
egocentrismo mataron, poco a poco, todo lo que una vez pudo sentir por ella. Sin
embargo, no puede abandonarla a su suerte. Sobre todo tras descubrir que si
ella se encuentra en ese estado no es por otra cosa que por haber usado su
propio cuerpo para proteger a su pequeña hija. Así pues, Tate no duda en
quedarse a su lado, velando por su salud. Tampoco tiene ningún problema en
contratar al mejor cirujano del país para que ella pueda recuperar su belleza. Ni
en llevarla a casa de nuevo. Pero conforme pasan los días y va descubriendo
facetas de una nueva Carole más dulce, más humana y más afectiva de lo
habitual, comienza a pensar que se ha equivocado. Porque o Carole es más
malvada de lo que él habría podido llegar a imaginar, o aquel accidente ha cambiado
mucho más que su cuerpo. Si la Carole egocéntrica y fría había sido atractiva,
la nueva mujer que ha ocupado su lugar es, simplemente, irresistible.
Así,
mientras Avery trata de evitar que asesinen a Tate, ambos se ven envueltos en
una ardua lucha de voluntades. Ella desea la felicidad de él y su hija,
mientras que Tate sólo desea mantenerse lo más alejado posible de ella por temor
a que le haga daño de nuevo.
Ninguno
de los dos lo tendrá fácil, sobre todo porque nadie a su alrededor resulta ser
lo que parece. Una cuñada alcohólica, una sobrina alocada, un hermano sin
personalidad, un mejor amigo encantador aunque distante, un padre cariñoso, una
madre preocupada, una hija traumatizada… los personajes secundarios resultan
soportar, en ocasiones, casi tanto peso como los propios protagonistas y las
tramas secundarias se entrelazan con la principal manteniendo al lector
pendiente de cada matiz, cada cambio, buscando entre todo ese enredo al
verdadero asesino.
Lo
cierto es que la novela me ha gustado mucho. Tal vez, como dije al principio,
se deba a que no tenía demasiadas expectativas ya que, aun cuando la historia
resulte interesante, hay algunos fallos e incoherencias argumentales —y un
final un tanto precipitado— que deslucen la novela.
De
darle una nota, le doy un 8.
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