“El enigmático y sexy profesor Gabriel Emerson es un
respetado especialista en Dante durante el día, pero por las noches se entrega
a una vida de placer sin inhibiciones. Utiliza su célebre físico y su
sofisticado encanto para satisfacer todos sus caprichos, pero en secreto que
siente torturado por su oscuro pasado y consumido por la profunda creencia de
que no tiene redención posible. Cuando la dulce e inocente Julia Mitchell se
matricula en su clase, su atracción y misteriosa conexión con ella no solo pone
en peligro su carrera, sino que le embarca en un viaje en el que su pasado y su
presente se encuentra.” (Sinopsis extraída de Autoras en la Sombra)
Antes de comenzar con la reseña de esta novela, he de decir que no tenía
grandes expectativas con respecto a ella. Para mí no era más que otro primo que
le ha salido al ya famoso Grey. Con un poco de suerte, me tendría entretenida
durante un par de horas. Si la suerte brillaba por su ausencia, se convertiría
en un ejercicio de fuerza de voluntad, paciencia y grandes dosis de
autodominio… el suficiente para no lanzar el libro por la ventana y ponerme con
un Kleypas, cura de todos mis males literarios. Tal vez por eso, por no tener
expectativas, el libro no me decepcionó. Me chocó en algunos aspectos, me
aburrió en otros y, lo reconozco, hubo alguna cosa que me gustó. Pero
decepcionarme, no. Simplemente, fue lo que esperaba que fuera: una novela para
pasar el tiempo.
Lo primero que, en mi opinión, hay que aclarar con respecto a El infierno de Gabriel, es que no es una
novela erótica. Da igual que la editorial lo haya catalogado como tal, que en
las diferentes páginas literarias se diga que lo es, el sexo brilla por su
ausencia y la única escena sexual real que hay es lo que cualquier asidua de la
novela romántica consideraría light.
Teniendo en cuenta esto, ¡allá vamos!
Gabriel es un profesor universitario especializado en Dante. Un tipo
serio, frío, desagradable a veces, que
mantiene las distancias con el mundo. Pero también es un hombre con un pasado
que ha tratado de dejar atrás, aunque sin lograrlo del todo. Un individuo para
el que, una noche, lo cambió todo.
Refugiado en su trabajo, Gabriel ha tratado de seguir adelante sin
establecer ningún vínculo emocional con ninguna mujer. Aunque eso no quiere
decir que no dedique sus noches a dejarse llevar por los placeres que ellas le
ofrecen. O, al menos, eso es lo que se nos dice porque evidencia, lo que es
evidencia, no hay ninguna.
Julia, por su parte, es una jovencita cuya vida sentimental se vio
condicionada por una foto: la del hermano de su mejor amiga. Tras contemplar el
rostro de aquel atractivo joven, Julia se dio cuenta de que ya no sería la
misma. Y cuando, una noche, conoce al hombre en cuestión se da cuenta de que jamás
volverá a ser la misma. El resto de su vida se verá condicionada por aquel
caballero… Y por la pasión de este: Dante Alighieri.
La historia de Gabriel y Julia es la de un amor juvenil, la de una noche
inolvidable para ambos. Para él, Julia es algo así como su tabla de salvación.
Para ella, Gabriel es una figura sólida a la cual aferrarse. Podría ser una historia de amor, cuanto
menos, bonita, pero lo cierto es que se queda algo descafeinada. Ni la
increíble pasión que, al parecer, existe entre ellos logra transmitirse en sus
páginas, ni el amor incondicional que se supone que se profesan queda del todo
claro.
Los personajes, por su parte, están bien caracterizados, puede
entenderse su comportamiento y percibirse una evolución en su carácter. Si bien
el “enamoramiento” de Julia –a partir de una foto-, resulta bastante
inverosímil, más un capricho juvenil que un amor de verdad; puede llegar a
entenderse que se enamore de Gabriel con el paso del tiempo y, tal vez, con
cierta idealización por su parte. Al igual que la fijación de Gabriel con ella
puede atribuirse a la desesperación de un joven completamente perdido en la
vida que encuentra algo, a alguien, a lo que aferrarse.
Y llegamos al estilo y a los aspectos formales de la novela. Aquí nos
encontramos con un tema peliagudo. Lo cierto es que la historia aparece muy
bien narrada, muy bien hilada. El estilo del autor es fluido y se ve que
escribe de algo que domina bien. Las referencias a diferentes figuras
relacionadas con el arte, la historia de Dante, etc. están muy bien explicadas
y argumentadas. Pero, precisamente aquí
es donde se encuentra uno de los grandes “peros” de la novela. Al parecer
Sylvain Reynard es un apasionado del arte y eso se nota. Se nota tanto que, a
veces, pierde completamente de vista la historia principal y se sumerge en
divagaciones y explicaciones que, si bien a los que nos gustan estas cuestiones
pueden resultarnos “interesantes” (aunque cansinas, a veces), a aquellos a los
que no les interesan los aburrirán soberanamente. Además, se dan por hecho
tantos conocimientos que la novela parece estar destinada a un público
específico, con una base cultural medianamente alta.
En definitiva, una novela para pasar el rato, diferente en lo que a base
cultural se refiere, con algunas sorpresas que mejoran la trama y una
calificación de “erótica” que no se corresponde con la realidad.
Le doy un 6.
CITAS DE LA NOVELA:
“—Tu cuerpo junto al mío. Fuiste tú la
que vino a mí anoche. Te metiste en mi
cama. ¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué me
dijiste que no podías mantenerte alejada de mí? Porque somos almas gemelas, tal
como Aristófanes las describió, una alma en dos cuerpos. Eres la mitad que me
falta. Eres mi bashert.
—¿Bashert? ¿Acaso sabes lo que significa? El Bashert es el bashert,
Gabriel, el
destino es el destino. Puedes aplicarlo a lo que quieras. No
tengo por qué ser yo.”
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