“En la Inglaterra de la Regencia, una hermosa joven ve trastocada su vida cuando un apuesto canalla se cruza en su camino.
Lady Elizabeth, la más joven y terca de las tres hermanas Banning, provoca un escándalo cada vez que rompe un compromiso. La sociedad bienpensante la considera una descarada, pero es el temor a que un hombre sea su dueño lo que ha hecho de ella una rompecorazones.
Neil Severin, un apuesto canalla con el corazón tan negro como su reputación, es un asesino a sueldo del gobierno que ahora ha caído en desgracia. Su último objetivo era un caballero muy querido por Beth, y ella ha frustrado sus planes. Neil se promete a sí mismo utilizarla para sus propósitos, pero entonces las circunstancias los convierten en inesperados compañeros de aventuras…”
Corazón negro supone la tercera entrega de la serie de las hermanas Banning de Karen Robards. En ella nos encontramos con Beth, la más terca y escandalosa de las hermanas, y con Neil, un sicario sin conciencia.
A lo largo de la serie, Beth ha demostrado que es, sin duda, la más obstinada y distante de las hermanas. Condicionada por el carácter violento de su progenitor, su personalidad ha quedado marcada por los dolorosos episodios de su infancia. Y es que, aunque no era más que una niña, Beth recuerda perfectamente la agresividad de su padre, las obscenidades que tuvieron lugar en su casa y las atrocidades que las rodearon cuando eran niñas. No es de extrañar, pues, que todas esas vivencias, todos esos recuerdos, conscientes e inconscientes, hayan condicionado su carácter y la hayan convertido en la mujer que es. Una dama incapaz de mantener un compromiso perfectamente ventajoso. Una joven con pánico a la intimidad conyugal. Una chica que se ha ganado a pulso la reputación de casquivana.
Pero, a pesar de todo, ha logrado mantener su sitio en la alta sociedad. Aunque la consideren escandalosa la siguen aceptando en los principales salones de Londres. Al menos hasta esa noche.
Cuando, incapaz de mantener su compromiso con el conde de Rosen, le comunica su decisión de anularlo, su vida está a punto de irse al garete. Y es que al conde no le sienta bien el rechazo. A punto de ser violada por el noble en casa de su propio cuñado, Beth se ve en la obligación de defenderse…
Dejando inconsciente al hombre con el atizador de la chimenea.
Su reacción es comprensible, por supuesto, al fin y al cabo él pretendía comprometerla hasta el punto de hacer irrevocable su compromiso. No obstante, Beth sabe que la sociedad no lo verá así y que su reputación no soportará un golpe como ese. Debe deshacerse del cuerpo del conde mientras todavía está inconsciente. Debe…
¡Un momento!
¿Qué es eso que se asoma tras las cortinas?
Una bota…
Una pierna…
Un hombre extremadamente apuesto con los ojos y la expresión más oscura que ella haya visto nunca.
¿Qué ha de hacer una dama en esas circunstancias?
La respuesta es evidente. Pedirá a ese desconocido que la ayude a deshacerse de William.
Neil no sabe bien qué hacer. Se había colado en la casa del duque con una única cosa en mente: matarlo. No obstante, nada más entrar se había encontrado ante aquella desconcertante escena. Una joven y pequeña dama a punto de ser violada. Un hombre grande y furioso y dispuesto a destrozar la reputación de la dama. Cualquiera que pudiese apostar en aquel momento, hubiese apostado toda su fortuna por el conde. Y la hubiera perdido.
Aquella mujer tenía belleza, tenía carácter, tenía fuerza. Lástima que, ahora que lo había visto, tuviera que matarla. Mas cuando ella lo mira con aquellos ojos llenos de inocencia y, en lugar de asustarse como haría cualquier dama normal, le pide ayuda, el sicario se da cuenta de que tiene un problema. Un problema muy grave. Durante todos sus años al servicio del Gobierno no había dudado jamás a la hora de cumplir con sus obligaciones. Nunca le había temblado la mano a la hora de sesgar una vida. Hasta ese instante. Por algún motivo, los minutos que ha pasado en compañía de la joven han sido los mejores de su negra vida. Ella ha aportado un poco de luz a su existencia. Y él, sencillamente, no puede apagarla. Aunque eso no quiere decir que vaya a renunciar a sus propósitos de matar al duque. La utilizará para llegar a él. La secuestrará y…
De la noche a la mañana, el peligroso sicario ve como aquella alocada y dulce dama pone su existencia y su propia mente patas arriba.
Como ya he dicho en una crítica anterior, para mí hay dos Karen Robards: la de Pasión en la isla (novela que odio) y esta. La autora de la serie de las hermanas Banning pertenece a mi particular club vip de escritoras de romántica, ese club en el que reúno a todas aquellas autoras cuyos libros no me perdería por nada del mundo, cuyas novelas recomiendo hasta la saciedad.
Corazón negro es una novela intensa, con momentos tiernos y otros más duros, con diálogos agudos, apasionados. No obstante, lo mejor son, sin duda, los personajes.
Al igual que sucedía con las entregas anteriores, los personajes están muy bien delineados, perfectamente definidos. Y son unos personajes que enganchan. Beth es alegre, fuerte, inteligente. Neil es oscuro, distante, frío. Y entre ellos saltan chispas. Desde el primer momento, desde ese surrealista primer encuentro, ambos se sienten atraídos. Pero no con esa atracción definida en el foro de Autoras en la Sombra como “te veo y no meo”. Lo de ellos no es un flechazo. Sencillamente, ese encuentro es desconcertante para ambos, supone una sorpresa tal que ninguno de los dos puede olvidarlo.
La historia de amor, sin embargo, se desarrolla paso a paso, encuentro a encuentro, diálogo a diálogo. La atracción que Beth siente por Neil es comprensible. La que Neil siente por Beth es necesaria. NECESARIA. Así, con mayúsculas. A lo largo de las páginas de la novela vamos conociendo al hombre, las circunstancias por las que ha pasado y los motivos que lo han convertido en quien es. Y se hace más que evidente por qué necesita a Beth.
El único punto débil, en mi opinión, que tiene la novela es que deja algún que otro frente abierto al final de la misma. La autora no cierra completamente la trama y al lector le queda la sensación de que la historia no ha concluido totalmente. Aún así, una novela maravillosa.
Le doy un 8,5.
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