“Marcus, un niño solitario, sin madre y
alejado de su padre, es enviado a una exclusiva escuela como pupilo. Allí
conoce a Daniel Smythe-Smith, quien enseguida lo adopta como amigo y lo invita
a formar parte de su bulliciosa familia, de la que forma parte Honoria, su hermana menor, una niña muy
molesta que no se separa nunca de ellos. Años más tarde, cuando Daniel debe
huir a causa de un duelo, Marcus se compromete a cuidar de Honoria y,
específicamente, a filtrar a todos esos hombres que, atraídos por su belleza y
su fortuna, no dejan de hacerle propuestas de matrimonio. Honoria se siente
irritada por las intromisiones de Marcus, en especial porque su antiguo
compañero de juegos se ha convertido en un joven de lo más interesante. Y
cuando por fin encuentra a un pretendiente que le parece aceptable, deberá
debatirse entre lo que la sociedad le dicta y lo que su corazón le exige...”
Un romance adorable supone la primera entrega de la
serie “Smythe-Smith” de la conocida autora de romántica Julia Quinn. En ella
nos encontramos (¡por fin!) con una de las Smythe-Smith y con Marcus Holroyd,
conde de Chatteris, del que no sabíamos nada, pero al que es un placer conocer.
A cualquiera que
haya leído algo de Julia Quinn le suenan las Smythe-Smith. Cualquiera que haya
leído todo lo que ha publicado esta autora conoce de sobra a esta excéntrica
familia que organiza veladas musicales en las que destrozan las grandes piezas
de la música clásica, sin vergüenza aparente y mostrando lo que, a simple
vista, parece un total desprecio por los clásicos y por la salud auditiva de
sus congéneres. Algunas, entre las que me incluyo, llevábamos tiempo deseando
poder conocer “de cerca” la historia de estas chicas que parecen no darse
cuenta de que sus aptitudes para la música son… esto… completamente nulas. Ahora,
por fin, sabemos qué es lo que motiva a estas jóvenes a subirse al escenario,
con la cabeza bien alta, empuñando sus instrumentos como si de sus armas de
guerra se tratase. Y también sabemos que todas y cada una de ellas son
conscientes de que la música no ha sido creada para que la toquen las
Smythe-Smith.
Honoria Smythe-Smith
es la más joven de sus hermanos y, por tanto, la niña con la que ninguno de
ellos quiere jugar. Sus hermanas siempre están demasiado ocupadas con esas
cosas de señoritas en las que ella no puede participar y su hermano Daniel…
bueno, su hermano no desea que una niña siga cada uno de sus pasos. Pero Honoria
siente una rara predilección por él así que, vaya donde vaya, sabe que una
pequeña de cabello castaño e intensos ojos azules correrá tras él. Aunque la
ignore. Aunque trate de despistarla. Pero es que Honoria ha encontrado la clave
para acompañarlo: Marcus Holroyd, el mejor amigo de su hermano… y un chiquillo
que no soporta verla llorar.
Con el paso de
los años, Marcus se convertirá en una constante en la vida de esta familia y,
sobre todo, en la vida de Honoria. Por lejos u ocupado que esté, él siempre
estará al tanto de cómo se encuentra ella… Y cuando las circunstancias obligan
a su hermano a alejarse, será el conde quien se erija como su cuidador.
Marcus Holroyd
fue un niño solitario cuyos padres jamás se preocuparon en exceso por él. Sin hermanos,
sin amigos y sin una familia que lo mimase, conocer a Daniel supuso un antes y
un después en su vida. Cuando acudió por primera vez al hogar de los Smythe-Smith
pudo ver cómo era realmente una familia. Por eso, desde entonces, su presencia
en esa casa es completamente habitual.
Cuando, años
más tarde, Daniel le pide que cuide de su hermana Honoria, él no duda ni un
instante en aceptar. Se lo debe. Y, además, aprecia a esa muchacha. Por eso no
aceptará que ningún libertino, cazafortunas o tipo de mala reputación se
acerque a ella. Los espantará a todos, del primero al último. Aunque, por si a
alguien le interesa, él no es el culpable de que Honoria no se haya casado pese
a llevar varias temporadas en el mercado matrimonial y ser pasablemente
atractiva. En absoluto. Él no tiene la culpa de que todos sus pretendientes
fueran totalmente inadecuados.
La historia de
Honoria y Marcus es la de dos jóvenes que, pese a llevar toda la vida juntos,
jamás se han mirado realmente; de dos personas tan acostumbradas a la presencia
del otro que no reparan en la importancia que esa otra persona tiene para ellos
hasta que una determinada situación o algún brusco giro del destino los pone
entre la espada y la pared. El suyo es un amor perfectamente comprensible, con
un desarrollo lógico a lo largo de los años y de las vivencias que comparten. Es
un amor paso a paso que el lector percibe sin dificultad aunque ellos dos
permanezcan en la ignorancia.
Narrada con el
característico estilo de Julia Quinn, repleto de ironía, diálogos chispeantes y
humor por toneladas, sólo podría ponerle una pega… pero una objeción con
demasiado peso dentro de este género: no hace “sentir”.
Supongo que los
Bridgerton sentaron tal precedente que mantenerse a la altura resulta casi una
tarea imposible. Pero lo cierto es que desde aquellas últimas novelas de la
serie, las historias de esta autora se quedan un poco “descafeinadas”. Y no
porque no estén bien escritas o mantengan ese espíritu risueño que nos gusta
tanto a sus fans, sino porque no se llega a sentir el amor de los
protagonistas. Se entiende que suceda, se puede llegar a creer que las cosas
pasen de ese modo, pero, al menos en mi caso, los sentimientos no llegan. Esa sensación
de querer reír o llorar, esas ganas de apalear a alguno de los personajes o esa
media sonrisa que se te queda cuando acabas uno de esos libros que han hecho
historia dentro del género no llegan nunca y eso, siendo la “mamá” de Colin
Bridgerton, es una lástima.
No obstante, si
lo que queremos es leer una novela entretenida, que haga reír y pasar un buen
rato, es más que recomendable.
Le doy un 7.
Cita de la novela:
" —¿No va a ser maravilloso cuando tengamos
hijas que puedan tocar en el cuarteto? —le dijo, dándole un beso en la mejilla.
Él abrió la boca para hablar, aunque,
sinceramente, no sabía qué pensaba decir. Pero sin duda no era lo que dijo, que
fue:
—No veo la hora."
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