“Gideon Cross apareció en mi vida como un
rayo en la oscuridad…
Era guapo y brillante,
imprevisible y sensual. Me atraía como nadie ni nada lo había hecho en toda mi
vida. Ansiaba tocarle como si fuera una droga, aun sabiendo que eso me
debilitaría. Yo estaba muy herida, y él abrió esas grietas tan fácilmente…
Gideon lo sabía. Tenía sus
propios demonios. Y nos convertimos en los espejos que reflejaban las heridas
más íntimas de cada uno… y también nuestros deseos. Los lazos de su amor me
transformaron, incluso cuando rezaba para que la tormenta de nuestros pasados
no nos separara…” (Sinopsis extraída de Autoras en la Sombra)
No es ningún secreto que Cincuenta sombras de Grey se ha convertido, de la noche a la
mañana, en un fenómeno de masas, en la nueva moda literaria. En los últimos meses,
las editoriales buscan con desesperación autoras que sigan adelante con esto
que muchos han bautizado como “porno para mamás”. El tema de la dominación, la
sumisión y las relaciones de poder extrapolado a la novela romántica – erótica se
ha convertido en el último grito y en las librerías, en los estantes
privilegiados, esos que lucen el cartelito de “Novedades” o “Destacados”, son
los zapatos de tacón de aguja, las corbatas y los gemelos de plata los que
ilustran las portadas. Esos gemelos son, precisamente, los que nos encontramos
en No te escondo nada. Esta corriente
es, por supuesto, la que sigue esta novela.
No te escondo
nada supone la primera entrega de la
saga Crossfire de Sylvia Day. En ella
se nos narra la historia de Gideon Cross, un atractivo y misterioso
multimillonario, y Eva, una joven que, aunque a sus padres les sobre el dinero,
lucha por labrarse su propio futuro en la inmensa ciudad de Nueva York.
A cualquiera que haya conocido a Grey y Anastasia,
le sonará el argumento. Gideon es tan poderoso como Grey, tan rico como Grey y,
por supuesto, está tan condenadamente bueno como Grey. Por copiar, le ha
copiado hasta la inicial. La originalidad de la obra, por supuesto, brilla por
su ausencia. No obstante, esto no constituye una sorpresa. Cualquiera que
decida abrir una de estas novelas “de moda” sabe que se va a encontrar con
diferentes versiones de Grey que, a su vez, no es otra cosa que la versión “porno”
de Edward Cullen, el vampiro “sexy” que ha cautivado a las mujeres de medio
mundo.
No obstante, es bien sabido que, a lo largo
de la historia, la originalidad no siempre ha tenido sitio entre los bestseller. De hecho, en épocas
anteriores, la “copia” de la obra de otros se consideraba, incluso, una virtud
literaria. Por tanto, dadas las circunstancias, juzgar una obra por la singularidad de su argumento no parece
lo más adecuado. Así pues, sabiendo esto de antemano, considero que, a la hora
de juzgar esta novela, es mejor dejar de lado las similitudes y centrarse en
las diferencias.
Gideon Cross es un hombre de negocios con un
misterioso pasado que prefiere no desenterrar jamás. Con demasiados traumas
infantiles y demasiados fantasmas rondando su vida, su carácter se ha ido
volviendo cada vez más frío, más distante, más calculador. Su existencia está
perfectamente organizada, completamente planificada y todos a su alrededor
saben a lo que se atienen. Por todas partes hay personas dispuestas a servirlo
y mujeres babeantes que harían cualquier cosa por pasar una noche con él. No obstante,
a pesar de todo, nadie lo conoce. Básicamente, porque él no desea que lo hagan.
Las pesadillas que lo asaltan cada noche y los miedos e inseguridades que ha
ido acumulando con los años, no le permiten mantener una relación estable. Hasta
que Eva cae, literalmente, a sus pies (he aquí una nueva similitud con Cincuenta Sombras). En cuanto sus ojos
se posan sobre esa mujer, sabe que debe ser suya. Por ella estará dispuesto a
cualquier cosa aunque, a veces, estar dispuesto a todo por alguien no es
suficiente.
Cuando los ojos de Eva se posan sobre aquel
desconocido, no puede creer su mala suerte. Justo ha tenido que ir a hacer el
ridículo ante el hombre más increíblemente guapo que ha visto jamás. Un tipo
que, además, emana poder y dinero por todos sus poros. Cuando ese individuo le
pregunta, sin ningún miramiento, qué debe hacer para acostarse con ella, la
joven sabe que se ha metido en un lío. Darle largas a Gideon Cross, el dueño de
medio Nueva York, no es fácil. Sobre todo, cuando ni ella misma tiene claro que
desee rechazarlo.
En No
te escondo nada nos encontramos, en mi opinión, con unos personajes más
profundos que los de Cincuenta Sombras,
al menos, en el caso de Eva. En este caso, las sombras, los traumas, los
complejos y los problemas los llevan a cuestas los dos. Cierto que Gideon es más
misterioso que Eva y mantiene su pasado oculto con más recelo que su compañera
de reparto, pero Eva comparte con él gran parte de esos traumas. Eso es,
precisamente, lo que los hace sentirse tan cercanos, lo que les lleva a
comprender tan bien al otro. Tal vez, una relación entre dos personas
psicológicamente tan inestables, podría considerarse una bomba de relojería.
Aunque también, quizá, sea el único tipo de relación que cualquiera de los dos
podría sacar adelante.
En lo que a la parte “erótica” se refiere, en
esta novela el tema del BDSM del que tanto se hablaba al mencionar Cincuenta Sombras, no tiene cabida.
Gideon no desea hacer daño a Eva ni ejercer ese dominio sexual del que Grey
dependía. Por el contrario, es un personaje mucho más dulce, siempre preocupado
por su chica, que se niega en rotundo a hacer nada que le cause dolor. Eso no
quiere decir que no sea dominante. Al contrario, Gideon es un hombre que
necesita el control, tanto dentro como fuera de la alcoba, pero ejerce ese
dominio sin necesitar de pegar, vejar o humillar a su chica. Eso no quiere
decir que no sea un tipo complicado. Lo cierto es que su obsesión por el
control, esa necesidad que siente de saber en todo momento dónde está Eva y con
quién, es bastante preocupante.
Eva, por su lado, tampoco se parece a
Anastasia. Desde luego, no es una jovencita virgen sino alguien que sabe lo que
quiere y sabe cómo conseguirlo y, al igual que le sucede a Gideon, el pasado la
ha condicionado tanto que la ha convertido en una mujer celosa y necesitada de
seguridad. Sus complejos, sus contradicciones y sus miedos coartan todos los
aspectos de su vida, incluido el sexual.
En lo que a los secundarios se refiere, los
personajes que rodean a los protagonistas están repletos de personalidad. Cada uno
tiene sus problemas, sus características y su papel en la historia. No hay
personajes “de relleno”, cuya existencia sea difícil de justificar. El mejor
amigo de Eva, por ejemplo, tiene un carácter tan complicado que podría
protagonizar su propia historia.
Finalmente, es importante hablar del modo en
el que está escrita la novela. Sylvia Day no es ninguna principiante y eso se
nota. Su estilo es sencillo, pero bastante cuidado, sin repeticiones
innecesarias (salvo en los innumerables encuentros sexuales de los
protagonistas lo cual, teniendo en cuenta el género al que pertenece, no creo
que sea criticable) y con una fluidez que hace muy sencilla la lectura. La trama
está bien trazada, manteniendo un ritmo constante y sin aburrir en exceso (este
“en exceso”, supongo que sólo es aplicada a personas a las que, como a mí, la
sucesión de “maratones sexuales” en una novela la acaban saturando).
En definitiva, una novela más de esta moda
que ha surgido, con muchas similitudes y algunas diferencias con Cincuenta Sombras, pero más dulce, más
oscura y más completa que la serie de E. L. James. Aunque no creo que sea como
para echar cohetes, no está mal. Para mí merece un 7.
2 comentarios:
Todavía estoy tratando de leer los demás libros de 50 Sombras, así que no voy a meterme a más. Esto es una moda, con el tiempo se pasará la novedad y nadie le encontrará la gracia. Este en concreto no me atrae, y menos con lo que ya me habías contado. Creo que este género sigue sin ser para mí...
Besitos!
http://thelifeisviolet.blogspot.com.es/
Hola!
Yo terminé la serie de las Cincuenta Sombras hace algún tiempo y creo que ya sabes lo que opino xD
Este me gustó más y el segundo, del que pondré crítica próximamente, me ha parecido bastante bueno. No sé, la trama de esta serie me parece que está mejor montada, no te da la impresión de que le sobren páginas (o capítulos enteros)y mantiene la tensión... Además,el prota es más dulce que Grey y el cinto se lo deja bien colocadito en los pantalones ¬¬
Aun así, no creo que sea una lectura imprescindible en romántica.
Biquiñosssss
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