El rebelde y libertino
Devlin Kimball está a punto de entrar en el círculo más disoluto de la alta
sociedad londinense. Es el último peldaño de una venganza largamente soñada,
pero una carta de la dama de compañía de su tía le obliga a aplazar por el momento
sus planes.
En su nuevo empleo con
la vizcondesa viuda de Strathmore, Lizzie Carlisle ha logrado poner distancia
entre ella y lord Alec Knight, el hombre de quien siempre ha estado enamorada y
al que todavía no ha podido olvidar. Hasta que Devlin entra en su vida…
Enamorada del diablo
constituye la quinta entrega de la exitosa serie Knight de la reconocida autora
de novela romántica, Gaelen Foley. En ella nos encontramos con Lizzie, una
joven a la que hemos ido conociendo a lo largo de la saga, y con Devlin, un
misterioso y apuesto caballero del que, hasta el momento, no sabíamos nada pero
que, como comprobaremos a lo largo del libro, tiene cierta relación con la
familia Knight.
Lizzie Carlisle se considera una solterona. No porque sea
una mujer vieja, por el contrario, es una dama joven y hermosa, sino porque,
simplemente, se siente así: vieja, sola, acabada. Enamorada desde siempre del libertino
y encantador Alec Knight, se ha pasado la vida tratando de conquistarlo. Para ello
se convirtió en su amiga, en su paño de lágrimas, en su criada y en su bote
salvavidas. Para ello dejó de ser ella misma y se convirtió en la sombra de su
amado. No se dio cuenta, entonces, de que uno se acostumbra tanto a su sombra
que deja de reparar en ella. Y Alec Knight, un hombre acostumbrado a que las
mujeres se desmallen a su paso, no es una excepción. Para él, Lizzie se ha
convertido en una constante de su existencia, en alguien que está ahí cuando la
necesita, sin que ni siquiera tenga que llamarla. Exactamente igual que un
mueble o un caballo.
Mas toda obsesión tiene un final y cuando Alec alcanza la
cumbre de su depravación, Lizzie dice “basta”. Cansada, hundida y desencantada,
decide comenzar a vivir. Sí, sí, comenzar a vivir, porque, hasta el momento se
había limitado a existir, apoyándose en una familia que no era suya y en un
amor en el que ya no cree. Así, la intelectual y discreta Lizzie Carlisle se
convierte en la dama de compañía de la vizcondesa de Strathmore y se encuentra,
cara a cara, con el diablo: el depravado, conflictivo y condenadamente apuesto
Devlin Kimball.
Dev está muerto. No literalmente hablado, evidentemente,
pues respira, camina, habla y realiza esas acciones básicas que todo ser humano
vivo lleva a cabo. Pero, tras un traumático suceso vivido cuando no era más que
un adolescente, perdió el alma y todo el mundo sabe que, un hombre sin alma, es
un hombre muerto. Aun así, a pesar de que casi todo le es indiferente, hay algo
que lo ha obligado a seguir adelante: la venganza. Desde aquella noche, ya tan
lejana, en una posada que su familia jamás debería haber pisado, Devlin tiene
una misión. Una misión por la que está dispuesto a cualquier cosa. Una misión
que, espera, le proporcione la paz que necesita. Lamentablemente, la venganza
no suele traer consigo la paz que uno desea.
La aparición de una serie tan exitosa como la de los
hermanos Knight tiene sus pros y sus contras, tanto para la autora en cuestión
como para sus lectores. Por un lado, puede servir para lanzar a una escritora
al estrellato de las autoras de novela romántica y hacer que los lectores se
muerdan las uñas esperando por la siguiente entrega de la misma. Por otro,
puede generar unas expectativas tan altas que resulten realmente difíciles de
alcanzar para cualquier autor y que acaben por defraudar, en algún momento, a los
fieles seguidores de la saga. Esto fue lo que, al parecer, le sucedió a mucha gente
con la serie que nos ocupa, pues, tras aquellos inolvidables Seductora inocencia, Corazón de fuego y Corazón de hielo, llegó Deseos prohibidos y, a muchos, les supuso un chasco. Es comprensible. Las tres
primeras entregas de la serie se merecen, en mi opinión, una Matrícula de
Honor. No ocurre lo mismo, sin embargo, con las demás.
No obstante, a pesar de que no creo que ninguna de las demás
novelas esté a la altura de esas tres, lo cierto es que no me he sentido
realmente decepcionada con ninguna de ellas. En ningún momento me arrepentí del
dinero invertido y eso supone, al menos para mí, la diferencia entre una novela
que no me gusta tanto como otra y una novela que me decepciona. Cuando me
siento decepcionada pienso en cuánto me gustaría recuperar mi dinero y devolver
el libro a la estantería correspondiente de la librería. Cuando una novela me
gusta un poco menos que otra, simplemente, pienso en cómo podría mejorarse y la
coloco en un lugar menos privilegiado de mi estantería particular.
Ahí está Deseos prohibidos, aun cuando fue una novela que me gustó. Ahí está, tal vez un
poco más arriba, Enamorada del diablo.
Porque ambas, a pesar de las críticas, me han parecido estupendas pero
acomplejadas por el éxito de sus hermanas mayores.
En Enamorada del
diablo nos encontramos con una novela emocionante, con tanta o más acción
que las entregas de los gemelos; con unos personajes consistentes, interesantes,
apasionantes; con un argumento que engancha y con una historia de amor que, al
menos en mi caso, resulta inolvidable.
Probablemente no sería la única que, cuando comenzó la
serie, pensó que Lizzie acabaría con Alec. Entrega tras entrega, éramos
testigos de la devoción de la chica por el más joven de los Knight y deseábamos
que él abriera los ojos y se diera cuenta de que ella estaba allí y valía más
que todas esas mujeres de moral distraída que lo rodeaban. Entrega tras
entrega, sufríamos con Lizzie los desengaños, los desencuentros y las
decepciones que él le daba. Y, aun así, parecía lógico, aunque injusto, que
acabaran juntos. Porque ella lo quería y haría cualquier cosa por él. Porque él
debía darse cuenta de que ninguna otra lo querría nunca con la misma intensidad
que lo hacía ella. Pero, entonces, llega esta entrega y nos damos cuenta –al menos
en mi caso- de que Gaelen Foley es una autora de sobresaliente porque ella se
dio cuenta de algo en lo que yo no había reparado: Alec no es suficiente para
Lizzie. Ella se merece a alguien que la quiera sólo a ella, alguien dispuesto a
cualquier cosa por ella. Lizzie se merece a alguien por quien no tenga que
arrastrarse o con quien no tenga que tomar siempre la iniciativa. Se merece a
alguien que la ame con la misma intensidad con la que ella lo hace. Y ese no es
Alec, para quien ella sólo sería la opción más cómoda, la dulce chica con la
que sabe que siempre podrá contar. Ese no es Alec, desde luego, porque todavía
no ha crecido lo suficiente, psicológicamente hablando, para establecer una
relación de verdad.
Y así es como Devlin se abre un hueco en esta familia y se
gana el afecto del lector. Porque él sí ha vivido lo suficiente como para
apreciar a alguien como Lizzie. Porque él sí ha crecido lo suficiente como para
tener claro lo que siente y por quién lo siente.
Pero los fantasmas del pasado siguen acechando y Dev y
Lizzie se verán envueltos en una trama de la que, tal vez, no logren salir
vivos.
Sin duda, una novela que merece la pena leer. Aunque no le
doy el 10 de las primeras entregas, para mí es digna merecedora del
sobresaliente. Nota: 9.
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