Así, el sábado 7 de enero, las calles de las principales ciudades del país eran "tomadas" por auténticos ejércitos de personas ataviadas con chándal o tacones de aguja, armadas con efectivo o tarjetas de crédito, y con un objetivo común: hacerse con alguna ganga (o arrasar con todo, según se viera).
Obviamente, yo no iba a ser menos. Así que allí me fui, cual Quijote, dispuesta a enfrentarme a los molinos por una falda de rebajas. Pero descubrí que más que Quijote soy Sancho y que el sentido común, o el miedo a las agresiones de mujeres desquiciadas (y no es una cuestión de machismo, puedo asegurar que todos los codazos, pisotones y empujones que recibí fueron de féminas dispuestas a todo por arrebatarme la prenda de ropa que en ese momento tenía en las manos), me impiden permanecer en una tienda abarrotada o esperar colas de dos horas. Así que, dado que estamos en rebajas e irse a casa sin nada es casi un delito, acudí a ese lugar que siempre me resulta acogedor, esa tienda en la que nadie te empuja ni te mira con desprecio, ese establecimiento en el que me siento casi como en casa.
Sí, por supuesto, me fui a la Casa del Libro... ¿A dónde iba a ir sino?
Y estas fueron las nuevas adquisiciones que entraron en mi biblioteca:
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Finalmente, estoy esperando a que llegue....
Este es al que más ganas le tengo
2 comentarios:
Esta muy bien el blog, no lo conocía hasta ahora, me pasaré más a menudo a leerlo. Aprovecho para felicitarte el 2012, un saludo!!
Hola!
Muchas gracias! Eres bienvenido siempre que quieras. Feliz 2012 a ti también.
Biquiños
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