El día de hoy ha supuesto, para mí, todo un descubrimiento en muchos ámbitos. Por un lado, he descubierto que hay vida entre semana antes de las 8 de la mañana. De hecho, hay todo un mundo por descubrir a esas horas. No sólo han puesto ya las calles, que yo pensé que sacaban por la noche, sino que incluso hay donde aparcar en el centro, algo todavía más insólito que el que una "persona normal" pueda acceder a una prenda de Versace.
No obstante, el descubrimiento fundamental del día de hoy ha sido que, después de tres horas de cola, cualquier prenda sienta mejor. Eso y que las chonis existen más allá de ese mundo que son Mujeres, Hombres y Viceversa.
Como decía, después de tres horas en la cola (en donde, por cierto, el personal de H&M nos trató a todos estupendamente y hasta nos dieron el desayuno), cuando por fin logramos acceder a la zona delimitada destinada a Versace (muy bien organizado, sólo podían acceder 20 personas por turno y tenían un máximo de 10 minutos para permanecer dentro) pudimos ver la decepción reflejada en el rostro de muchas de aquellas mujeres que llevaban tanto tiempo esperando. Si bien llegaron a Vigo algunas de las piezas "clave" de la colección, se quedaron fuera casi la totalidad de las prendas de piel, así como algunos de los vestidos, zapatos y complementos. No obstante, aún cuando se notaron las ausencias y la colección nos pareció, en general, bastante "pequeña", pudimos ver de cerca esos diseños que Versace ha creado para el gigante sueco de la moda.
En cuanto a mi opinión personal de la colección, he de decir, aún cuando se me pueda tachar de conservadora, poco arriesgada e, incluso, ignorante de la moda (calificativo este con el que, visto lo visto, estoy totalmente de acuerdo), que si algunas de esas prendas no llevasen en la etiqueta el carismático nombre "Versace" en letras doradas, en lugar de hablar de "diseños arriesgados" hablaríamos de extravagancia en toda regla. Estampados imposibles, floreados que, salvo que midas 1,80 y seas el prototipo de mujer impresionante en cuyo vestuario, en realidad, nadie se fija, es imposible que le sienten bien a nadie y colores que "chirrían". Sin embargo, frente a esto, nos encontramos con esa parte que a mí más me gusta del estilo Versace, aquellos diseños que nos acercan al glamour del desaparecido Gianni. Vestidos entallados, ceñidos, sexys pero elegantes; cortes asimétricos, diseños sofisticados y delicados tejidos. Sin duda, prendas de esas que, con sólo ponértelas, constituyen un considerable chute de autoestima.
Así pues, aún cuando no haya sido tan espectacular como prometía, la espera valió la pena. Al fin y al cabo, como dice Donatella, "Necesitamos sentir el lujo"... Aunque sólo sea por una vez.
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