domingo, 5 de julio de 2009

EL DUQUE Y YO




Cuando llegaron a Hastings House, salió un mozo a encargarse de los caballos y Simon y Daphne subieron las escaleras y entraron en casa. Y allí se encontraron frente a los tres hermanos Bridgerton. - ¿Qué diablos estáis haciendo en mi casa?- preguntó el duque. Lo que más deseaba en ese momento era subir la escalera y hacerle el amor a su mujer y, en lugar de eso, se había encontrado con aquel beligerante trío. Estaban de pie con la misma postura: las piernas separadas, las manos en las caderas y la barbilla separada. Si no estuviera tan enfadado con ellos por verlos allí, seguramente se habría preocupado. Simon no tenía ninguna duda de que, si llegaban a las manos, podría con uno, incluso con dos, pero ante los tres era hombre muerto. - Hemos sabido que habías vuelto- dijo Anthony. - Así es- aseguró Simon-. Ahora marchaos. Simon se giró hacia su mujer. - ¿A cuál de los tres debería disparar primero? Daphne miró a sus hermanos con el ceño fruncido. - No tengo ninguna preferencia. - Tenemos algunas peticiones antes de que te puedas quedar con ella- aclaró Colin. - ¿Qué?- exclamó Daphne. - ¡Es mi mujer!- gritó Simon, más fuerte que Daphne. - Primero fue nuestra hermana- aclaró Anthony-, y la has hecho infeliz. - Esto no es asunto vuestro-insistió Daphne. - Sí que lo eres- dijo Benedict. - Es mi asunto- dijo Simon-, así que fuera de mi casa de una vez. - Cuando los tres tengais vuestras propias mujeres, entonces podreis darme consejos-dijo Daphne, enfadada-. Pero, hasta entonces, guardaos vuestros impulsos de entrometeros. - Lo siento, Daff- se disculpó Anthony-, pero en esto no vamos a cambiar de opinión. - ¿En qué?-dijo ella-. Aquí no cuenta vuestra opinión. ¡No es asunto vuestro! Colin dio un paso adelante. - No nos iremos hasta que estemos convencidos de que realmente te quiere. Daphne palideció de golpe. Simon nunca le había dicho que la quería. Se lo había demostrado, de mil maneras, pero nunca se lo había dicho con palabras. Y quería que, cuando lo hiciera, fuera porque lo sintiera y no porque los estúpidos de sus hermanos lo hubieran obligado. - Colin, no lo hagas- susurró, odiando el tono de súplica de su voz-. Tienes que dejar que pelee mis propias batallas. - Daff. - Por favor- le rogó ella. Simon se interpuso entre los dos. - Si nos disculpas- le dijo a Colin y, por extensión, a Anthony y Benedict. Se llevó a Daphne al otro lado del recibidor para hablar en privado. Le hubiera gustado poder ir a otra habitación, pero estaba seguro de que los tres los hubieran seguido. - Siento mucho lo de mis hermanos- se disculpó Daphne un poco alterada-. Son unos idiotas y no tenían ningún derecho a invadir tu casa. Si pudiera renegar de ellos, lo haría, te lo juro. Y después de esto, no me extrañaría que no quisieras tener hijos nunca... El duque la hizo callar con un dedo en los labios. - En primer lugar, es nuestra casa, no mi casa. Y en cuanto a tus hermanos, me sacan de quicio, pero sólo lo hacen por el amor que sienten por ti- Se inclinó un poco pero sólo lo suficiente para que Daphne pudiese sentir su respiración rozando su piel-. ¿Y quién puede culparlos? A Daphne se le detuvo el corazón. Simon se acercó todavía más, hasta que su nariz rozó la de Daphne. - Te quiero, Daff- susurró. Daphne volvió a sentir los sentidos de su corazón, aunque ahora muy acelerados. - ¿De verdad? Simon asintió acariciándola con la nariz. - No pude evitarlo. Daphne sonrió. - Eso no es muy romántico. - Es la verdad- continuó, encogiéndose de hombros-. Sabes mejor que nadie que yo no quería que ocurriera nada de esto. No quería una esposa, no quería una familia y, sobre todo, no quería enamorarme- le dio un suave beso en los labios, haciendo que los dos cuerpos se estremecieran-. Pero lo que no había pensado- la besó otra vez-, para mi desgracia- y otra-, es que sería casi imposible no quererte. Daphne cayó rendida a sus brazos. - Oh, Simon- susurró. Él la besó en la boca intentando demostrarle con su beso lo que todavía estaba aprendiendo a expresar con palabras. La quería. La adoraba. Podría caminar sobre fuego por ella.Tenía... ... a sus tres hermanos mirándolos. Separándose de ella, se giró de lado. Anthony, Benedict y Colin seguían allí. Anthony estaba mirando el techo, Benedict hacía ver que se miraba las uñas y Colin los estaba mirando descaradamente. Simon abrazó con más fuerza a Daphne y preguntó: - ¿Qué diablos haceis aquí todavía? Como era de esperar, ninguno de los tres supo qué decir. - Fuera- dijo Simon. - Por favor. El tono de Daphne no fue exactamente educado. - Está bien- dijo Anthony, dándole una cachetada a Colin en el cuello-. Creo que nuestro trabajo aquí ha terminado. Simon empezó a llevarse a Daphne hacia la escalera. - Estoy seguro de que encontrareis la salida- aseguró. Anthony asintió y empujó a sus hermanos hacia la puerta. - Bien- dijo Simon-. Nosotros nos vamos arriba. - ¡ Simon!- exclamó Daphne. - No creas que no saben lo que vamos a hacer- le susurró al oído. -Pero... ¡Son mis hermanos! - Que Dios nos asista- rogó él. Pero antes de que llegaran al primer peldaño, la puerta principal se abrió junto con una serie de improperios típicamente femeninos. -¿Mamá?- preguntó Daphne, sin acabárselo de creer. Pero Violet sólo tenía ojos para sus hijos. - Sabía que os encontraría aquí-dijo, señalándolos-. De todos los estúpidos y tercos... Daphne no escuchó el resto del discurso de su madre. Simon estaba riéndose demasiado fuerte en su oído. -¡La ha hecho infeliz!-protestó Benedict-. Como hermanos suyos, es nuestro deber... -Respetar su inteligencia para resolver sus propios problemas- lo interrumpió Violet-. Y ahora no parece demasiado infeliz. -Eso es porque... - Y si me dices que es por vuestras amenazas después de irrumpir en su casa como un rebaño de ovejas, te prometo que renegaré de los tres. Los tres se quedaron en silencio. -Está bien- continuó Violet-. Creo que es hora de que os marcheis no, ¿no? Cuando sus hijos no se movieron lo suficientemente deprisa para seguirla, se dio la vuelta y cogió... -¡Mamá, por favor!- gritó Colin-. Por la oreja... Lo había cogido por la oreja. -... no Daphne agarró a Simon por el brazo. Estaba riéndose con tantas ganas que tenía miedo de que fuera a caerse. Violet hizo salir a sus hijos exclamando: -¡Fuera! Luego se giró hacia Simon y Daphne. -Me alegro de verte en Londres, Hastings- dijo, sonriendo-. Una semana más y yo misma habría ido a buscarte.

2 comentarios:

LadyMarian dijo...

Hola!!

Gracias por recordarme esta parte del libro. Qué bien que escribe Julia Quinn! Me parece que voy a ponerme a releer algunos de ella. Quedé un poco desilusionada con "Como atrapar a una heredera" (creo que ése es el título)-

Me voy a dar otras vueltitas por tu blog.

Besos

Fani dijo...

Sí!!! La verdad es que a mí esta mujer también me gusta mucho... A ver si un día de estos subo algún fragmento más que hay algunos muy buenos.

Un beso!!