jueves, 24 de enero de 2013

Rosas rojas (Jacquie D’Alessandro)





“Huérfana y abandonada por su prometido, Hayley Albright ha decidido renunciar al amor, hasta que una noche de luna llena le salva la vida a un desconocido.

Stephen Barrett está muy agradecido a Hayley, pero no quiere influir en los sentimientos de su salvadora, pese a que posee un aire de inocencia capaz de seducir a cualquier mujer. De repente, el hombre siempre prudente se dispone a arriesgarlo todo por una mujer que no puede ofrecer más que su corazón.” (Sinopsis extraída de Autoras en la Sombra)

Rosas rojas es una novela romántica encuadrada dentro del subgénero histórico y perteneciente a la conocida autora Jacquie D’Alessandro. También es, aunque esto sea menos relevante que lo anterior, una de las novelas que más veces he releído.

Stephen Barrett, marqués de Glenfield, es un hombre acostumbrado a tenerlo todo. Poseedor de un título, de riqueza considerable y de innegable atractivo, siempre ha estado rodeado de gente…

                                               Rodeado de aduladores y que esperan poder obtener algo de él.

No es de extrañar, pues, que se haya convertido en un cínico incapaz de creer en la ayuda desinteresada, la bondad o la inocencia. Por eso, cuando despierta en aquel extraño lugar, tras un fallido intento de asesinarlo, no puede entender por qué aquellos individuos tratan de ayudarlo. Sobre todo ella. Hayley Albright. La hermana mayor sobre cuyos pequeños hombros descansas todas las responsabilidades imaginables. Tutora de sus cuatro hermanos menores, responsable de la propiedad que antaño pertenecía a sus padres, señora de una serie de criados, a cada cual más extravagante, y encargada de sacar adelante la economía familiar. Cualquiera diría, pues, que ya tiene suficientes preocupaciones. Sin embargo, no duda en acoger a un desconocido herido y poner a su disposición todo lo que tiene. Sin pedir nada a cambio. Sin esperar nada. Y eso para Stephen es algo completamente insólito.

Hayley siempre ha sido una mujer responsable. Desde que sus padres murieran, tiempo atrás, recayeron sobre ella todas las responsabilidades de su hogar. No obstante, pese a que esas responsabilidades jugaron a menudo en su contra –por ejemplo, provocando el abandono de su prometido-, jamás las ha considerado una carga. Para ella, su familia –dentro de la cual incluye a sus criados- y su casa lo son todo, y hará lo que sea necesario para sacarlos adelante.

Cuando aquel hombre herido aparece ante ella, Hayley no duda un instante en socorrerlo. Para ella, cuidar de una persona lastimada es lo más natural del mundo. Sin pensarlo ni un segundo, pone a su disposición todo lo que tiene: su hogar, su ayuda y su cariño.

Rosas rojas es un libro redondo, y lo es por muchas razones.

En primer lugar están, sin duda, sus personajes. Tanto Hayley como Stephen son unos protagonistas complejos, con una personalidad muy trabajada que logra que el lector no tenga problemas para ponerse en su lugar. Por un lado, el desencantado Stephen, acostumbrado a que lo sirvan, lo adulen e intenten sacarle todo lo que pueden. Por otro, Hayley, la bondad personificada, mas no una de esas “bondades” superficiales que aparecen en algunas novelas y acaban logrando que la protagonista parezca, cuanto menos, imbécil. No, Hayley es una mujer con carácter, con sólidos principios y creencias, pero tan acostumbrada a darlo todo por los demás, a preocuparse de cuantos la rodean, que la bondad le sale de forma natural. Al mismo tiempo, es una dama terriblemente inocente, pues desde siempre ha estado rodeada de gente honesta que no duda un instante en decirle la verdad. Evidentemente, su vida no ha sido un camino de rosas ya que ha tenido que enfrentarse al abandono de un pretendiente y a algún que otro chismorreo pero, en general, su mundo es “transparente” si lo comparamos con el que rodea a Stephen, repleto de mentiras, secretos y argucias.

Junto a ellos, una serie de personajes, a cada cual más pintoresco. Desde los traviesos hermanos de Hayley, a la divertida y un poco excéntrica hermana de Stephen, el mejor amigo de este cuya sonrisa grita que en el pasado fue un completo libertino (y que, probablemente, todavía no se haya reformado del todo pese a estar perdidamente enamorado de su esposa) y los estrafalarios criados que no dudarán en atizar a Stephen con cualquier objeto que tengan a mano con tal de defender a su señora. Todos ellos tienen un carácter único, divertido y desempeñan su papel a la perfección. 

También hay “malos”, por supuesto. Unos malos que quedan un poco en segundo plano pues, salvo el misterioso asesino, los demás sólo aparecen de pasada, hacen su trabajo y se van. La trama está muy bien planteada, con un ritmo ágil y ameno que consigue que llegues al final casi sin enterarte y sin haber podido abandonar la lectura. Porque, al menos a mí, el libro me ha enganchado desde la primera página… las tropecientas veces que lo he leído.

En definitiva, uno de esos libros “imprescindibles” en romántica que consiguen arrancar carcajadas, suspiros y algún que otro insulto hacia el marqués de Glenfield que, en ocasiones, se comporta como un completo capullo. Lo perdono por ser él…

Y, por eso mismo, le pongo un 9,5.

CITAS DE LA NOVELA:

"—No lo estoy —dijo Victoria efusivamente—. Lo he oído de su propia boca. Conozco muy bien a Stephen. Exceptuando a Justin, soy la persona que mejor le conoce. Justin está muy preocupado por Stephen. No duerme, apenas come. Y está bebiendo más de la cuenta. Todo le trae sin cuidado, y su mirada... Hayley, su mirada es la de un hombre desdichado y atormentado.
—¿Y por qué me cuenta a mí todo eso? —susurró Hayley haciendo un gran esfuerzo por contener las lágrimas.
—Porque está enamorado de usted, aunque es demasiado estúpido para darse cuenta."

"—¿Sabes quién soy?
—Sí. Sé que eres el marqués de Glenfield.
Stephen le contestó con voz gélida.
—¿Por eso has venido? Averiguaste que era rico y de buena familia y te imaginaste que podrías sacar tajada. ¿Qué pasa? ¿No ganas lo suficiente vendiendo relatos para alimentar a todas esas bocas hambrientas? ¿Acaso vienes a reclamar los varios miles de libras que crees que te debo por haberme salvado la vida? ¿O tal vez por «los servicios prestados»? —La repasó de arriba abajo con una mirada inconfundiblemente insultante—. No tengo la costumbre de pagar los favores sexuales, pero fuiste un interesante pasatiempo. Lamentablemente para ti, ahora voy un poco justo de efectivo, pero contactaré con mi agente para que te pague mañana."


3 comentarios:

Pepa dijo...

Muy buena reseña.
Me encantó ese libro y como bien dices tiene de todo...pasión, ternura, misterio....

Un besote

Fani dijo...

Pues sí... Y unas risas que te echas con los criados de Hayley xD

Muchas gracias, guapa.

Biquiños!

Valitho dijo...

No hay un libro sobre la hermana de Stephen, Victoria y Justin?