sábado, 8 de diciembre de 2012

Estoy hasta las narices de Christian Grey.




Comienzo con este título porque creo que resume bastante bien lo que vendrá a continuación.

Desde que la trilogía de E. L. James hizo su aparición en escena, un “virus” se ha ido extendiendo por las estanterías más románticas de las librerías y ha logrado que las novelas que en ellas se alojan se parezcan todas, sospechosamente, a las Cincuenta Sombras.

Puedo comprender esta moda. Puedo entender que las editoriales, visto el éxito del señor Grey, hayan decidido subirse al carro de la novela erótica basada en las relaciones de este tipo. Lo que me pregunto es… ¿hasta cuándo? ¿cuántos clones más de la misma novela nos vamos a encontrar?

Porque eso es lo que realmente me molesta. Una cosa es que una novela siente un precedente y se busque imitarla pero, desde luego, últimamente la línea que separa la semejanza y el plagio es cada vez más fina. En las últimas semanas he conocido, al menos, a ocho protagonistas que se conocen del mismo modo; a media docena de mujeres que caen, literal o simbólicamente, rendidas a los pies de su jefe durante su primer encuentro; a otros tantos jefes cuyos traumas infantiles los han inclinado hacia las relaciones sadomasoquistas y a no menos jovencitas –o no tan jovencitas- tremendamente inocentes que, sin embargo, no dudan ni un instante en aceptar una relación de este tipo aun cuando, la mitad de las veces, ni siquiera saben qué narices implica.

 Otro punto que no entiendo en toda esta historia es el porqué del éxito de esta serie. Y es que, si bien he reconocido desde el principio que tiene algo que “engancha” –gancho del que, desde luego, no disfrutan muchos de sus imitadores-, no creo que eso sea suficiente para justificar este “boom”. Así pues, ¿a qué se debe?

 ¿A su “alto” contenido erótico? Cualquier lectora habitual de romántica sabe que, probablemente, los que consideran esta serie “porno para mamás” no habrán leído a S. Kenyon, J. R. Ward, L. Leigh, S. McKenna, S. Black, R. Schone y un largo etc.

 ¿A la aparición del rollo BDSM dentro de la novela romántica? En ese punto también L. Leigh, S. Black o L. Valdez se adelantaron.

 ¿Al morbo del “poder”, de la relación jefe todopoderoso – empleada principiante? Tampoco es la primera vez que esto aparece. Entonces, ¿qué nos queda? ¿qué extraña sustancia le ha echado E. L. James a sus novelas para tener a tanta gente completamente enganchada a estas historias? 

Finalmente, la última pregunta que me planteo es… ¿dónde está el límite entre la novela erótico-romántica y la novela pornográfica, a secas? Hasta hace unos meses, tenía claros los límites. Aun cuando fueran tremendamente explícitas, las novelas eróticas que podían considerarse románticas tenían una historia detrás, un argumento, una atracción entre los protagonistas que iba más allá del mero sexo. Ahora, sin embargo, me encuentro con novelas catalogadas como románticas en las que lo más romántico que encuentro son los agradecimientos.

Encuentros sexuales sin mucho sentido, mucho de ellos que, por venir, no vienen ni a cuento. Protagonistas que se pasan el libro en la cama –o donde cuadre- y que en la última página deciden que están perdidamente enamorados, aun cuando tú no tienes nada claro dónde demonios se produjo semejante acontecimiento, si entre los azotes del principio o las palizas del final.

 En definitiva, que estoy hasta las narices de Christian Grey y de todos sus hermanos gemelos que me engañan diciéndome que son románticos y acaban siendo unos capullos de campeonato. Por el momento, evitaré cualquier novela cuyo título contenga las palabras sombras, días, sumisa o similares; no miraré a los ojos a ningún tipo trajeado de considerable atractivo; esquivaré a cualquier empresario de éxito que me encuentre que está visto que todos tienen unas inclinaciones bastante degeneradas y, desde luego, usará zapatos antideslizantes cada vez que tenga que entrar en un edificio con suelo de mármol, que a mí eso de caer a los pies de un jefe prepotente, por muy rico y estupendo que sea, me parece muy poco glamouroso.



6 comentarios:

Xavier Beltrán dijo...

No debería sorprenderte tanto. Es una moda pasajera. ¿No sucedió lo mismo con las sagas de vampiros juveniles? ¿Y con las novelas negras nórdicas -que aún hoy pueblan las librerías-? ¿Y con las novelas que seguían la estela de El código Da Vinci?

La moda pasará cuando llegue una que la desbanque, aunque creo que aún queda...

Un saludito y feliz domingo.

Fani dijo...

Hola Xavier!

Pues supongo que no debería sorprenderme, tienes razón con lo de las modas... Recuerdo que cuando lo del Código DaVinci, Dan Brown publicaba novelas como rosquillas y todo el mundo seguía el mismo esquema...

Aun así, no sé, me cuesta entender cómo se pueden vender tantas novelas iguales. Y mira que yo no soy de las que se mosquean por el abuso de los tópicos, ni nada, al contrario, creo que si está bien escrito da igual que no se innove. Pero las novelas que he leído que siguen esta moda de las 50 sombras me parecen prácticamente iguales (hay escenas que parecían extrapoladas de la de Grey).

De todos modos, yo ya he tenido mi dosis de erótica de este tipo así que voy a pasar de la moda XD

Biquiños!

Pepa dijo...

Pues aquí vengo yo que ni siquiera he leído la de 50 sombras... el tema no me llama nada de nada y menos cuando "oigo" de qué va y me asusto escuchando tantos suspiros....
No sé, quizás la debería leer para saber por qué todas las mujeres están suspirando por un tío, del que no me gusta nada lo que me han contado.
Pero estoy totalmente de acuerdo contigo, hartita estoy de tanta erótica y no es lo que me cansa que se venda, que eso lo encuentro estupendo, es que me lo vendan como erótica romántica cuando de romántica no tiene nada.
Y más cuando esta publicación merma la publicación de la romántica pura y dura que es lo que a mí me gusta..jejejej
Pero claro, las apasionadas de la erótica están contentas y yo descontenta esperando que acaben de publicar sagas sin que lo hagan nunca ...

Un besote

Fani dijo...

Hola Pepa!

Yo las 50 sombras las leí y aunque no es un libro que me haya entusiasmado (creo que le di un 6) no está del todo mal... Pero están saliendo copias casi exactas de esa serie (misma constitución, misma historia, mismas escenas...) y, al final, todo cansa... Si al menos se innovara o se cambiara algo, pues...
A mí la erótica, de todos modos, no me suele entusiasmar (salvo novelas puntuales). Creo que casi siempre se pierde de vista la historia romántica (la que a mí me interesa) para narrar una sucesión de escenas sexuales que, a veces, no vienen ni a cuento. Pero, bueno, para gustos... :D

Muchas gracias por comentar, guapa ^_^

Biquiños!

Lady_Scarlet dijo...

Amén hermana! jaja
Sabes que solo he leído el primer libro, voy a pedir los siguientes a Papá Noel, pero más que nada porque me pica la curiosidad por la historia infantil y adolescente del señor Grey, no por lo que se traiga entre manos con la tonta de Ana.
Todo es moda en este mundo consumista en el que las grandes empresas, sean editoriales, empresas que fabriquen móviles, marcas de moda o empresas de patatas fritas, hacen lo que quieren con nosotros a fuerza de repetirnos las mismas palabras una y otra vez. El ser humano es altamente sugestionable.
Piénsalo de este modo: hace un año y poco, alguien que llevase tachas y pinchos en la ropa se catalogaba como rockero o heavy, o algo parecido. Ahora, todas las pijas del mundo (entre las que me incluyo jaja) queremos chaquetas, camisas, zapatos y bolsos con pinchos y tachas. Pues bien, el señor Grey es el pionero en este largo camino. Hace dos años nadie pensaría que una relación de este tipo podría ser comercial para la mayoría del público. Lo único que hace falta es un producto bien elaborado y una gran campaña de publicidad.
Resumiendo todo en dos puntos: Nos quedan muchos primos de Grey que tragar y las personas somos tontas de remate jaja.
Besitos guapa!

http://thelifeisviolet.blogspot.com.es/

Fani dijo...

Hola, hola!!

Yo de Grey me leí la serie entera y me entretuvo aunque, conste, creo que le sobra un libro y medio y que, en lugar de gastar tanta pasta en marketing deberían haber destinado algo más a la corrección, pero, bueno, pase... De sus "primos" y "gemelos", he tenido el ¿placer? de conocer a unos cuantos y nada de nada. Salvo el de Sylvia Day que me gustó (y no hay BDSM por ningún lado, es diferente), del resto nada. De hecho, con alguno hasta me puse de mala leche ¬¬ Así que, paso de todo.

Estoy de acuerdo con tus conclusiones, aunque creo que más que "tontas" somos condenadamente manipulables y nos dejamos influir demasiado por las modas. De todas formas, todo cansa y me da que no voy a ser la única que esté hasta las narices del tema xD

¡Biquiños!