lunes, 21 de septiembre de 2009

Fábula de Cupido y Psique

Para todos aquellos que aseguran que la novela romántica carece de valor literario, constituye literatura de segunda, es un invento de hace cuatro dias, etc., etc., etc... Aqui os dejo la que es, sin duda, mi fábula favorita. La Fábula de Cupido y Psique, relato principal de la novela El asno de oro (Lucio Apuleyo), obra latina (aunque, como viene siendo habitual en lo que a los romanos concierne, adaptada de un original griego) del siglo II d. C. y unica novela latina que ha llegado completa a nuestros dias.

En una ciudad de Grecia había un rey y una reina que tenían tres hijas. Las dos mayores eran muy hermosas pero para ensalzar la belleza de la más joven, llamada Psiqué, no existían palabras en el lenguaje humano. Tan hermosa era que sus conciudadanos, así como muchos extranjeros, acudían a ella para admirarla. Llegaron, incluso, a compararla con la propia Venus sin tener en cuenta que, al descuidar los ritos debidos a esta, quizás estuvieran atrayendo sobre la joven Psiqué un funesto destino.


Venus, la diosa que está en el origen de todos los seres, herida en lo más profundo de su orgullo, decidió hacerle un encargo a su hijo, Cupido:

- Haz que Psiqué se inflame de amor por el más horrendo de los monstruos

Y, dicho esto, se sumergió en el mar con su cortejo de nereidas y delfines.

Psiqué, con el paso del tiempo, fue descubriendo el precio amargo de su hermosura. Sus hermanas se habían casado ya pero ella permanecía soltera porque nadie se atrevía a pedir su mano, al fin y al cabo, la admiración es vecina del temor.
Sus padres, preocupados, decidieron consultar con el oráculo que les dijo:

- Debéis llevarla a lo más alto de una montaña donde la desposará un ser ante el que tiembla el mismísimo Júpiter.

El corazón de los reyes se heló y donde antes hubo loas sólo quedaron lágrimas. Sin embargo, la bella Psiqué avanzó, decidida, hacia su desgraciado destino.

Así pues, sobre un lecho de roca quedó, muerta de miedo, Psiqué, mientras el fúnebre cortejo nupcial se retiraba. En estas estaba cuando se levantó un ligero viento que la llevó en volandas a una pradera cubierta de flores. Tras el estupor inicial, Psiqué se quedó dormida.

Al despertarse, la joven vio cerca del prado una fuente y, más allá, un palacio. Entró en él y quedó asombrada por la fastuosidad del edificio y sus estancias; su asombro creció cuando unas voces angelicales la invitaron a comer de espléndidos platos y a acostarse en un lecho. Cayó entonces la noche, y en la oscuridad sintió Psique un rumor. Pronto supo que su secreto marido se había deslizado junto a ella. La hizo suya, y partió antes del amanecer.

Pasaron los días marcados por la soledad de Psique, y con ellos sus noches de placer. En una ocasión su desconocido marido le advirtió:

- Psique, tus hermanas querrán perjudicarte y acabar con nuestra dicha.

- Mas añoro mucho su compañía- ­dijo ella entre sollozos­-. Te amo apasionadamente, pero querría ver de nuevo a los de mi sangre.

- Sea - contestó el marido.

Y al amanecer se escurrrió una vez más de entre sus brazos.

Al día siguiente aparecieron junto a palacio sus hermanas y le preguntaron, envidiosas, quién era su rico marido. Ella titubeó, dijo que un apuesto joven que ese día andaba de caza y, para callar su curiosidad, las colmó de joyas. Poco antes de que anocheciera, Psique tranquilizó a sus hermanas y las despidió hasta otra ocasión.

Con el tiempo, y como no podía ser de otra forma, Psique quedó encinta. Pidió entonces a su marido que hiciera llegar a sus hermanas de nuevo, ya que quería compartir con ellas su alegría. Él rezongó pero, tras cruzar parecidas razones, acabó accediendo.

Al día siguiente llegaron junto a palacio sus hermanas. Felicitaron a Psique, la llenaron de besos y de nuevo le preguntaron por su marido.

- Está de viaje, es un rico mercader, y a pesar de su avanzada edad...

Psique se sonrojó, bajó la cabeza y acabó reconociendo lo poco que conocía de él, aparte de la dulzura de su voz y la humedad de sus besos...

- Tiene que ser un monstruo - dijeron ellas, aparentemente horrorizadas-, la serpiente de la que nos han hablado. Has de hacer, Psique, lo que te digamos o acabará por devorarte.

Y la ingenua Psique asintió.

- Cuando esté dormido- ­dijeron las hermanas­-, coge una lámpara y este cuchillo y córtale la cabeza.

Enseguida partieron, y dejaron sumida a Psique en un mar de turbaciones. Pero cayó la noche, llegó con ella el amor que acostumbraba y, tras el amor, el sueño.

La curiosidad y el miedo tiraban de Psique, que se revolvía entre las sábanas. Decidida a enfrentar al destino, sacó por fin de bajo la cama el cuchillo y una lámpara de aceite. La encendió y la acercó despacio al rostro de su amor dormido. Era... el propio dios Cupido, joven y esplendoroso: unos mechones dorados acariciaban sus mejillas, en el suelo el carcaj con sus flechas. La propia lámpara se avivó de admiración; la lámpara, sí, y una gota encendida de su aceite cayó sobre el hombro del dios, que despertó sobresaltado.

Al ver traicionada su confianza, Cupido se arrancó de los brazos de su amada y se alejó mudo y pesaroso. En la distancia se volvió y dijo a Psique:

- Llora, sí. Yo desobedecí a mi madre, Venus, desposándote. Me ordenó que te venciera de amor por el más miserable de los hombres, y aquí me ves. No pude yo resistirme a tu hermosura. Y te amé... Que te amé, tú lo sabes. Ahora el castigo a tu traición será perderme.

Y dicho esto se fue.

Quedó Psique desolada y se dedicó a vagar por el mundo buscando recuperar, inútilmente, el favor de los dioses, mas la cólera de Venus la perseguía. La diosa finalmente dio con ella, menospreció el embarazo de la joven, le dio unos cuantos sopapos y la encerró con sus sirvientas Soledad y Tristeza.

El caso es que Venus decidió someter a Psique a varias pruebas, convencida de que no podría superarlas; mas acudieron en ayuda de la joven las compasivas hormigas, las cañas de los ríos y las aves del cielo. La última prueba, en cambio, fue la más terrible: Psique bajó a los infiernos en busca de una cajita que contenía hermosura divina. En el camino de regreso, sin embargo, quiso ella misma ponerse un poco y, al abrir la caja, un sueño insoportable se abatió sobre ella. Y habría muerto, de no ser porque Cupido, su loco enamorado, acudió a despertarla:

- Lleva rápidamente la cajita a mi madre, que yo intentaré arreglarlo todo- dijo, y se fue volando.

En la morada de los dioses, a petición de Cupido, Zeus determinó que los amantes podían vivir juntos. Así que Hermes raptó a Psique y la llevó al cielo, donde se hizo inmortal. Y fueron juntos felices Cupido y Psique y a su debido tiempo tuvieron una niña a la que en la tierra llamamos Voluptuosidad.

3 comentarios:

LadyMarian dijo...

Hola Fani! Cómo estás?
Lindísima entrada! Algo sabía de este mito pero lo poco que sabía me lo había olvidado. Me encantó!
Veo que estás leyendo Jane Eyre. Me encanta la portada de esta edición!
Besos

Fani dijo...

Hola Lady!!!
Pues yo muy bien ¿Y tu?
A mi esta fabula me encanta... Desde que mi profe de latin de 2º hablo de ella se convirtio en mi favorita... Es como una novela romantica pero en corto xD

Si, empece Jane Eyre antes de empezar de nuevo las clases y estoy apurandola para poder terminarla antes de que se me acumule el trabajo.. ¿Tu la leiste? ¿Que te parecio?

Un biquiño!!

LadyMarian dijo...

Hola Fani!
Sí, hace bastante años que leí Jane Eyre y me gustó mucho. Creo que era una adolescente y mi madre me prestó el libro. En realidad tanto a las Bronte como a J. Austen las conocí a través de mi madre que me prestó los libros.
Besos